Estamos al borde de una revolución tecnológica que alterará fundamentalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos unos con otros. En su escala, alcance y complejidad, la transformación será diferente a todo lo que la humanidad haya experimentado antes. Todavía no sabemos exactamente cómo se desarrollará, pero una cosa está clara: la respuesta debe ser integral e integral, involucrando a todos los interesados ​​de la política global, desde los sectores público y privado hasta la academia y la sociedad civil.

La Primera Revolución Industrial utilizó agua y vapor para mecanizar la producción. El segundo usó energía eléctrica para crear producción en masa. The Third utilizó electrónica y tecnología de la información para automatizar la producción. Ahora, una Cuarta Revolución Industrial se basa en la Tercera, la revolución digital que ha estado ocurriendo desde mediados del siglo pasado. Se caracteriza por una fusión de tecnologías que difumina las líneas entre las esferas física, digital y biológica.

Hay tres razones por las cuales las transformaciones de hoy representan no solo una prolongación de la Tercera Revolución Industrial, sino más bien la llegada de una Cuarta y distinta: velocidad, alcance e impacto en los sistemas. La velocidad de los avances actuales no tiene precedentes históricos. En comparación con las revoluciones industriales anteriores, la Cuarta está evolucionando a un ritmo exponencial en lugar de lineal. Además, está afectando a casi todas las industrias en todos los países. Y la amplitud y profundidad de estos cambios anuncian la transformación de sistemas completos de producción, gestión y gobierno.

 

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